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CON PRIMATES 

El día en el que Ángela María Maldonado encontró un costal llenó de primates al lado de una carretera desierta, también halló una pasión que, hasta entonces, la había estado llamando a gritos. Odiada por muchos, conocida por pocos, la historia de la lucha de Ángela por los micos nocturnos, y por los derechos del Amazonas, ha sido una llena de matices y turbulencias. A finales del siglo pasado, el Amazonas recibía una forastera con intenciones claras: luchar por lo que creía justo. Maldonado se ha consolidado como una de las principales defensoras de los siete millones de km² de bosque tropical con los que cuenta la Amazonia.

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Pero la polémica que envolvió a Maldonado después de que en 2013 El Consejo de Estado le diera la razón a una acción popular que ponía sobre la mesa las irregularidades de la captura y posterior liberación de monos Aotus para las investigaciones biomédicas de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia en cabeza del científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo, ya se había estado gestando décadas atrás.

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El debate estaba formulado bajo varias premisas, se trataba  de una lucha de verdades. Por una parte, las denuncias de Maldonado intentaban alentar la creación de criaderos de monos nocturnos para la experimentación biomédica. Ella sabía que luchar contra la experimentación biomédica era imposible. La clave era sostenibilidad, un concepto que parecía no estar en el diccionario de la FIDIC. Ángela cuenta como luego del fallo emitido por el Consejo de Estado se inició una campaña de desprestigio hacía ella y su fundación. En diferentes comunicados se le llegó a comparar con Hitler, señalándola de haber retrasado cuatro años las investigaciones de Manuel Elkin Patarroyo, las mismas que salvarían a 2 millones de personas al año. Un revuelo considerablemente agresivo para una vacuna, hasta el momento, ineficaz en humanos.  Para la opinión pública Maldonado se había convertido en “la mujer que le quitó los micos a Patarroyo”. Y mientras estos animales se habían reducido a un medio, las irregularidades se volvían borrosas.

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Se tratan de procedimientos que, según Maldonado, han afectado considerablemente los ecosistemas de monos nocturnos en el trapecio amazónico. De acuerdo con las investigaciones realizadas por ella de 2007 a 2008, el número total de comunidades involucradas en la captura y venta de estos Aotus es de 28 (cinco en Colombia), alcanzando para ese año un total de 4.000 especímenes capturados. Por su parte, la FIDIC tiene permisos para usar 800 Aotus de una sola especie (A. Vociferans), normatividad que, continúa explicando Maldonado, ha sido incumplida por la institución al usar monos nocturnos de otras especies no concebidas como colombianas (A. Nancymaae y A. Nigriceps). Además la FIDIC ha excedido en varias ocasiones el número de individuos permitidos por año. En 2012, de acuerdo con los datos proporcionados por Corpoamazonia, se ingresaron 112 animales extra.

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Lo anterior se traduce en cambios abismales en el hábitat de los monos nocturnos y todas aquellas especies que conviven con ellos. Para capturarlos vivos, se ubica un nido y se tala 15 a 30 metros de bosque adyacente a este lugar, esto por si solo provocaría la pérdida 65.000 árboles. Al tratarse de animales monogámicos, viven en pequeños grupos haciendo más difícil evaluar el impacto que tiene, por ejemplo, ”dejar a la cría en el nido y llevarse al padre para experimentar”, explica la Doctora Claudia Isabel Brieva Rico, directora de la Unidad de Rescate y Rehabilitación de Animales Silvestres de La Universidad Nacional. Y no solo eso, Maldonado también denuncia que cuando los animales son liberados —aproximadamente ocho meses después de ser ingresados al laboratorio— no se hace una vigilancia del estado a los animales que difícilmente logran ser reconocidos por una marca tatuada en su piel.

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No nos engañemos por su apariencia inofensiva, entre miembros de las mismas especies los machos pueden ser bastante agresivos. Mucho peor es el impacto que tendría mezclar especies, pues se corre el riesgo de que una remplace a la otra. Brieva continúa explicando como la liberación de Aotus Nancymaae y A. Nigriceps en territorios en los cuales no estaban antes, puede causar competencia por alimento y territorio, dejando vulnerables a poblaciones de monos nocturnos locales (A. Vociferans).  “Y eso si es que los individuos liberados no mueren antes por la esplenectomía (extirpación del bazo) que le realizan a algunos seleccionados”, concluye Brieva aclarando su preocupación por la incoherencia entre la normatividad vigente y las prácticas laborales.

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En 2015, un  fallo emitido por la Sección Cuarta del Consejo de Estado le devolvió la potestad a la FIDIC de trabajar con micos nocturnos. La decisión se dio tras la demanda de Ángela Maldonado hacía la institución por irregularidades en el manejo de los primates.

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Quienes han seguido de cerca el trabajo del científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo, aplaudieron esta decisión y condenaron cualquier intento de sabotaje por parte de agentes ajenos a la investigación. Tales reacciones surgieron de un voto de confianza por un proyecto que pretende parar la malaria, enfermedad que para el 2015 había afectado 212 millones de personas, la mayoría habitantes del África subsahariana.

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Aunque se conoce más el papel protagónico de los ratones de laboratorio en la historia de la ciencia, los primates siempre han sido fundamentales, especialmente cuando de vacunas se habla. Según la experta en primates Claudia Isabel Brieva, el sistema inmune de la mayoría de estos animales es similar entre sí —incluyendo al del Homo Sapiens—; sin embargo, solamente en los monos nocturnos el parásito Plasmodium logra ser inoculado con la misma facilidad con la que se haría en un humano. Afortunadamente para nosotros, pero desgraciadamente para ellos, los monos nocturnos parecen ser la mejor alternativa para vencer la malaria.

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Al menos eso afirman quienes los usan, incluyendo a las personas involucradas con la FIDIC. Eso explica la postura rígida con las que algunas comunidades e intermediarios —para quienes la captura de Aotus representan ingresos de hasta $50.000 por individuo— criticaron la demanda impuesta por Maldonado.

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Más allá de temas jurídicos, Patarroyo nunca ha escondido los objetivos y métodos de su proyecto, asegurando que más allá de una vacuna para la malaria, la FIDIC está buscando una universal. Por esto mismo, en la página web de esta institución se expone la imagen de los monos nocturnos como un símbolo de progreso. No resulta difícil encontrar una imagen del científico tolimense acompañado con este pequeño primate como si ambos fueran parte de un equipo.

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